sábado, 2 de julio de 2011

Una sonrisa puede convertir un fracaso en un éxito.

Hace años tuve una blusa de color verde esmeralda con unos botones suaves y delicados. A pesar de que estaba rebajada, mamá me dijo que era muy cara, pero como yo la quería hicimos un trato: durante dos meses dedicaría las noches de los sábados a hacer de canguro y así podría devolverle el dinero. Me gané la camiseta justo a tiempo para ponermela para el cumpleaños del niño que me gustaba. Cinco chicos diferentes me sacaron a bailar aquella noche. Más tarde descubrí que un fino hilo verde me colgaba de la manga. Intenté esconderlo en el puño, pero volvió a colgar. Parecía que cada vez era más largo, así que al final decidí tirar de él e intenté arrancarlo; pero cuando empecé a tirar, la manga entera se descosió hasta la altura del hombro, así que me quedé con un enorme agujero en mi blusa nueva que tanto me había costado ganar.
En estos momentos me siento así respecto a mi vida. He tirado, o presionado, o hurgado demasiado y ahora parece que todo se desmorona, que es culpa mía y que no tengo ni idea de como arreglarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario