sábado, 3 de marzo de 2012

Y decirle a la luna, que yo o ninguna.

-Conéctate, conéctate, conéctate...
Él se ha conectado. Abres su ventana de conversación, sonríes al ver su foto de perfil en pequeñito al lado de la barra de tareas.La abres, y la minimizas. No la quitas del todo, la dejas ahí, a la esperas de ver ese circulo verde con un 1 en medio, señal de que esa persona te ha hablado.Esperas.Cambias tu estado, tu tablón lo actualizas cada 2 minutos, te etiquetas en 5 fotos, te unes a 10 páginas y empiezas a ponerle comentarios a todos sin razón, simlemente para que, cuando él le de a actualizar, te vea, vea que estás conectada.Tus visitas suben como la espuma,está claro que estás la primera.Continúas con estos cambios, abandonando a los demás que sí que tienen tiempo para hablarte.
Cierras su ventana, indignada. Pero bajas la lista hasta su nombre, observando si sigue ahí. Hasta que no puedes más y la vuelves a abrir, a la espera de si eso consigue algo.Nada.Los demás siguen hablando, impacientes. No respondes, no tienes ganas.Sólo lo esperas a él.
Son la 1 de la mañana, estás cansada, mañana madrugas, pero no te vas, porque él sigue conectado, y aún tienes la triste esperanza de que te hable. Entonces se te ocurre la estúpida idea de que quizás se lo ha dejado encendido y en realidad no está. Esa idea te acompaña el cuarto de hora siguiente, con 4 estados, 15 tablones , 30 páginas y 25 comentarios nuevos.Esa idea es lo único que te mantiene despierta.
Le das a actualizar la página, él aparece el primero. Ha cambiado el estado. Le ha comentado una niñata. Él ha respondido. Está, está, hablando con otra. Entonces cambias radicalmente de pensamiento.
-Desconéctate, desconéctate, desconéctate.... si no vas a hablar conmigo, tampoco con ella.

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