Es raro lo mucho que cambia la gente. Cuándo yo era pequeña, lo que más me gustaba era jugar con mis barbies, vestirme de princesa y ver la misma película mil veces seguidas; pero luego, con el paso del tiempo, esas cosas fueron cayendo poco a poco, una a una, una tras otra y en su lugar aparecieron las amigas, el messenger, los móviles, los chicos y la ropa. Si lo piensas bien, resulta un poco deprimente. Es como si la gente no tuviera consistencia; cómo si al cumplir los doce o trece años, cuando los mayores empiezan a considerar que ya no eres una niña, y a dejar de tratarte como tal, algo se rompe en tu interior y te transformas en una persona completamente diferente. Una persona tal vez menos feliz, una persona tal vez peor... Una persona mayor.
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